Hoy me he levantado con ganas de gritar al mundo. Quiero gritar mis alegrías, mis miedos, mis dudas, quiero gritar mis sentimientos.
¿Por qué gritar? Por varios motivos, quiero explayarme, quiero soltarme quiero, quiero, quiero, solamente quiero.
Gritar a la esperanza, que por favor no me deje, no me olvide, gritarle, mejor dicho, suplicarle que no me abandone y que siga presente en todos mis sueños, en todos mis actos, en todas mis metas. Suplicarle que nunca me suelte de su mano, que toda la fuerza que me ha dado me ha hecho ser valiente.
Gritar a la felicidad, que me ha hecho abrir los ojos y descubrir que se puede ser feliz con gestos, con pequeños detalles, con una conversación, con una risa, se puede ser feliz simplemente viviendo. Quiero perdirle que no desaparezca, que gracias a ella el mundo gira, que gracias a ella yo vivo, yo sonrío, yo respiro.
Gritar a la fortuna, porque soy el hombre más afortunado del mundo, por todo lo que tengo, que no es tangible. La fortuna me ha aportado una familia increíble, que nunca me deja solo, unos amigos para reír, para llorar, para hablar. Quiero gritarle que no desista, que aunque la gente crea que su descripción es económica, los que hemos sufrido hemos comprendido que no es así, que la fortuna es todo ese conjunto de situaciones y de personas que hacen que uno brille de forma especial, hace que uno se emocione con cosas tan sencillas como un abrazo, un beso, un "te quiero".
Gritarle al miedo, que se vaya de mi vida para siempre. Afortunadamente no está siempre presente, pero de vez en cuando me visita. Ahora, que se acercan mis revisiones, gira en mi cabeza más frecuentemente. Quiero gritarle que es un cobarde, que sólo aparece cuando uno es débil, pero no se atreve a enfrentarse cuando estamos al cien por cien. Quiero gritarle que no conseguirá perturbarme, aunque lo intente, poseo con armas para hacerlo desaparecer.
Gritarle a la incertidumbre, que intenta captar mi atención, siempre de la mano del miedo. Quiero gritarle que no sé que va a pasar, pero no quiero anticiparme, que venga lo que venga, si tengo que pelear, pelearé, porque con mi ejército que nunca se rinde haremos que todo lo de nombre feo se aleje de mi terreno.
Hoy me he levantado con ganas de gritar, y gritaré, porque si algo he aprendido, es que lo que se queda dentro nos debilita, así que a gritar.