Concurso de relatos sobre enfermedades crónicas

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27 de febrero de 2009

DEJA QUE LLUEVA


A pesar de que, para muchos, la lluvia significa tristeza, nostalgia, depresión, para mí es todo lo contrario. La lluvia purifica el ambiente, hace que te unas más con la familia, estando alrededor de una mesa mientras hablamos, vemos películas, o simplemente gozamos de la banda sonora que la lluvia nos aporta. Para mí, la lluvia es paz, la lluvia es relajación, es armonía, por eso me gusta dejar que llueva.
Hoy para mí es un día de lluvia, de mucha lluvia, de "chaparrón" como decimos en mi tierra. Y es que hoy he estado en el hematólogo, y no han podido ser mejores noticias. Y es que, EL CÁNCER YA NO SE REFLEJA EN LA SANGRE. La última vez que estuve aún tenía un pequeño pico de proteínas reunidas, alterando el estado sanguíneo, pero hoy ya no, han decidido desaparecer, han visto el ejército que tengo y se han acobardado. Así que mejor noticia en el cumpleaños de mi hijo no he podido recibir. A pesar del regalo que le teníamos, creo que le he hecho el mejor regalo que podía recibir, eso sí, hasta que no sea mayor no le diré que su padre en su décimo cumpleaños le regaló el coraje y valentía para luchar contra un cáncer.
Para mí hoy llueve, llueve felicidad, llueve un futuro más prometedor, para mí hoy llueve vida. Por eso hoy digo eso de que "deja que llueva".

19 de febrero de 2009

NUBES PASAJERAS


Los nervios, cual nubes del cielo, van desapareciendo. Ya me he desatado la careta falsa de la sonrisa para dejar mi cara, feliz, sonriente, alegre.

Hoy ha sido una visita al médico para tratar un poco el estado de ánimo. Mi estado anímico es como de un enfermo de gripe. Nada que ver con cáncer. Mis días los tengo, como todos, pero son tan pocos.... eso sí, cuando me visitan esos días, son muy puñeteros.

Yo me imagino que estoy jugando a un juego de roll, esos que eliges un personaje, un luchador, y tienes que vencer al enemigo. Yo he escogido la ficha ganadora, y voy a por todas. Intento tirar los dados con habilidad, con hazaña, con entereza. Intento que salga la mayor puntuación posible, para que, en la casilla de la batalla, pueda ir con todas mis armas.

Tengo cáncer, sí, pero gozo de una salud mental y una serenidad que hace que el cáncer sea una nube pasajera....

P.D. Gracias por todas las palabras de ánimos que me dais diariamente, a todos, sí, a ti.

17 de febrero de 2009

MÁSCARAS DE CARNAVAL



La época de carnaval ya está aquí. Para mí también es carnaval. Hoy tengo la necesidad de disfrazarme, de ponerme una máscara que tape mi incertidumbre, mi temor, mi nerviosismo. Hoy es un día que el miedo lo tengo cerquita.


Quizá sea inevitable, ya que pasado mañana me verá el oncólogo radioterapéutico, y estoy especialmente nervioso, como ido, por eso necesito ponerme esa careta.


Siempre he dado toda mi positividad, y no la perderé. Pero cuando se acercan los días previos a revisiones, el chip del cerebro llamado "duda" se activa, y me empaña todas las cosas buenas que me ha pasado. Son días de incertidumbre, de ganas de llorar, de reír, rozando la locura casi, ya que paso en cuestión de minutos por varios estados de ánimo.


Está floreciendo la flor de la duda en mi interior, del misterio, estoy nervioso, deseando que llegue el jueves, o que no llegue, no sé qué quiero ahora mismo.


Lo que llegue llegará, pero en el camino hasta esos resultados, no puedo evitar estar desazonado, intranquilo si quieres. Es una sensación que tan solo me pasa en los días previos al examen, y se me pasan los segundos como minutos, los minutos como horas y las horas como días. El día lo paso con la careta alegre, para no preocupar, pero mi interior está triste, quizá triste no sea la palabra adecuada, tal vez inquieto, intranquilo, nervioso, muy nervioso.
Es carnaval, y hay que estar alegre, me pondré mi máscara y esperaré al jueves a ver que pasa.

11 de febrero de 2009

GALLETA


Me siento hoy como una galleta de jengibre, frágil, vulnerable, débil e indefenso. Quizá sean miedos por las revisiones, ya que hoy han empezado las pruebas; la primera, extracción de sangre (soy quejica, sí, pero es que lo paso tan mal, ver una aguja es marearme, y si va acompañada de sangre, ni os cuento).
Las galletas, de aspecto duro, se debilitan cuando se mojan en leche. Yo, de aspecto duro, me debilito ante la incertidumbre de qué pasará. Yo he luchado, yo lucho a diario, pero, el resultado del combate no soy yo quien lo dictamina, sino el juez, en este caso el médico.
No es que me obsesione con lo que pueda pasar, es más, intento distraerme para no pensar, y si pienso, busco la parte positiva de lo que ocurra, tanto si es buena la noticia como si es menos buena.
Cuando empecé con esto, me prometí a mi mismo vencer al cáncer, y si no fuera así, estar siempre con la cabeza bien alta, orgulloso de todo lo que he hecho, de la forma que he tenido en pelear. Pero el miedo siempre está ahí, ya que si me derrotara (cosa que no va a suceder), dejaría tanto aquí, que ni siquiera quiero pensarlo. Por eso mi actitud siempre ha sido la misma, positividad, mucha positividad.
A veces, ir subiendo escalón tras escalón, hasta llegar a la victoria, cansa, pero si miras hacia atrás, y ves todo lo que has recorrido, sin caerte ni una sola vez, te enorgullece de tal forma que te eleva hacia lo más alto. La actitud ante las cosas cuenta, y mucho, y yo he puesto mucha, tanta que en algún momento me han tachado de loco por ser feliz con cáncer. Y me pregunto yo, ¿por qué he de ocultar mi felicidad? Eso jamás lo haré, porque, aunque he estado cansado, o agotado, nunca me ha faltado una sonrisa en la cara, y lo más importante, esa sonrisa ha sido de corazón. Lágrimas ha habido muchas, como he contado en otras entradas, pero he reído más.
Soy como una galleta, aunque parezco duro, puedo desmoronarme, eso sí, después se juntarán los pedazos, y formaré una nueva masa, una nueva galleta, más fuerte y dura.
Es una incertidumbre, sí, pero sigo siendo feliz.

7 de febrero de 2009

GRITAR


Hoy me he levantado con ganas de gritar al mundo. Quiero gritar mis alegrías, mis miedos, mis dudas, quiero gritar mis sentimientos.
¿Por qué gritar? Por varios motivos, quiero explayarme, quiero soltarme quiero, quiero, quiero, solamente quiero.
Gritar a la esperanza, que por favor no me deje, no me olvide, gritarle, mejor dicho, suplicarle que no me abandone y que siga presente en todos mis sueños, en todos mis actos, en todas mis metas. Suplicarle que nunca me suelte de su mano, que toda la fuerza que me ha dado me ha hecho ser valiente.
Gritar a la felicidad, que me ha hecho abrir los ojos y descubrir que se puede ser feliz con gestos, con pequeños detalles, con una conversación, con una risa, se puede ser feliz simplemente viviendo. Quiero perdirle que no desaparezca, que gracias a ella el mundo gira, que gracias a ella yo vivo, yo sonrío, yo respiro.
Gritar a la fortuna, porque soy el hombre más afortunado del mundo, por todo lo que tengo, que no es tangible. La fortuna me ha aportado una familia increíble, que nunca me deja solo, unos amigos para reír, para llorar, para hablar. Quiero gritarle que no desista, que aunque la gente crea que su descripción es económica, los que hemos sufrido hemos comprendido que no es así, que la fortuna es todo ese conjunto de situaciones y de personas que hacen que uno brille de forma especial, hace que uno se emocione con cosas tan sencillas como un abrazo, un beso, un "te quiero".
Gritarle al miedo, que se vaya de mi vida para siempre. Afortunadamente no está siempre presente, pero de vez en cuando me visita. Ahora, que se acercan mis revisiones, gira en mi cabeza más frecuentemente. Quiero gritarle que es un cobarde, que sólo aparece cuando uno es débil, pero no se atreve a enfrentarse cuando estamos al cien por cien. Quiero gritarle que no conseguirá perturbarme, aunque lo intente, poseo con armas para hacerlo desaparecer.
Gritarle a la incertidumbre, que intenta captar mi atención, siempre de la mano del miedo. Quiero gritarle que no sé que va a pasar, pero no quiero anticiparme, que venga lo que venga, si tengo que pelear, pelearé, porque con mi ejército que nunca se rinde haremos que todo lo de nombre feo se aleje de mi terreno.
Hoy me he levantado con ganas de gritar, y gritaré, porque si algo he aprendido, es que lo que se queda dentro nos debilita, así que a gritar.

4 de febrero de 2009

DÍA MUNDIAL DEL CÁNCER


Hoy es el día mundial del cáncer. Un día para recordarnos lo vulnerable que es el ser humano. Un día para concienciar a la población de que este mal está ahí, que de un día para otro nuestros objetivos y metas se ven truncados, o mejor dicho, aparcados por culpa de esta enfermedad. En todos los diarios, en televisión se habla de este padecimiento, incluso se alza la figura (con razón) de los investigadores en esta materia, a los que todos los enfermos agradecemos su esfuerzo y dedicación.

Pero me pregunto yo, ¿para cuando el día quienes nos hace el camino hacia la cura más fácil? ¿Para cuándo el día de esas personas que trabajan en ese departamento o área del hospital llamado oncología? Su dedicación, su buen hacer, pero sobretodo su, su humanidad nos hace a los enfermos y familiares seres especiales, nos miman, nos cuidan, nos curan.

En el tiempo que he convivido con el personal sanitario durante mi tratamiento me han tratado tan bien, que si no fuera por la maquinaria, pensaría que estaba de charla con amigos. Nos hacían partícipes en sus conversaciones, incluso pidiendo consejos, nos contaban sus quehaceres diarios, o sus anécdotas del fin de semana. Me hacían sentir tan bien, que incluso dudé que eso fuera la seguridad social.

Una cosa que me llamó la atención fue que te tratan como una persona y no como un historial médico. Me llamaban por mi nombre, y no porque lo miraran en mi historial, ya que he tenido la ocasión de cruzarme por la calle con alguna enfermera de la radioterapia, y su -hombre Carlos- junto con un abrazo, han ayudado en la recuperación. Son gente especiales, gente que, a pesar de la tristeza del lugar de trabajo, iluminan por sí mismas esa fría sala de radioterapia.

Lo mejor, no solo ha sido mi caso. Este fin de semana he podido hablar con mi tío, un luchador más en esta batalla de la que ha salido victorioso (todo un ejemplo para los que estamos en el camino), y su percepción es la misma, la calidad humana del equipo oncológico es magistral, digna de admiración, digna de mención, digna de un día que sirva de homenaje.

No sé si el día del cáncer engloba al personal médico de esta materia, o se usa para colocar la pegatina en la solapa de la chaqueta previo donativo, o para concienciar a la población, pero desde aquí pido, solicito y exijo UN DÍA PARA EL PERSONAL ONCOLÓGICO, desde administración hasta enfermeras, desde médicos hasta técnicos sanitarios. Esto va por ellos, porque lo merecéis, porque nunca me cansaré de daros las gracias por curarme, por vuestros consejos, pero sobretodo, por tratarme como persona.

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