Concurso de relatos sobre enfermedades crónicas

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22 de noviembre de 2008

MIRÁNDOME EN EL ESPEJO




Ya que han pasado los nervios ante esa prueba de fuego llamada revisión, ahora toca hablar de mí, y lo haré en primera persona, me miraré en un espejo y os contaré como soy, lo que veo, lo que siento.

Soy extremista, o me encantan las cosas o las odios, el punto medio no existe en mi vida. O me apasionan las cosas o las detesto, así que no os asustéis si encontráis expresiones con "me encanta" u "odio", porque son palabras muy de mi día a día.

Entre las cosas que odio, las verduras, legumbres y sobretodo cosas que no se le puedan echar mayonesa. Las cosas verdes en la comida, pues no van conmigo, intento comerlas, hacer de tripas corazón, pero se me resisten. Odio el tomate, me da fatiga, no puedo con su textura. Y sobretodo, odio cuando voy a comer y te ponen un "cacho" plato con una minúscula porción de carne en el centro, acompañado de hierbas y de cosas que siempre pienso que se encuentran en los bolsillos de los camareros y para adornar las echan en el plato. Odio la gente que juzgan a los demás, que se creen superiores, que crecen cuando pisan al prójimo, más que odiar, quizá me den lástima estas personas que viven con la arrogancia como auto estima. Odio la frase "uy, estás más gordito", sí señora, me he cebado esta semana y no soy ciego, así que no me machaques con esa frase, porque si me pongo yo a decir como estás tú...., evidentemente es lo que pienso, no lo digo, me limito a poner cara de sí, sí, y agacho la cabeza. Me da asco montarme en el bus a las dos de la tarde, que por desgracia utilizo para no quebrarme la cabeza dando vueltas para aparcar el coche cuando voy a trabajar. La gente no conoce el significado de higiene personal?? Dios, como puede haber gente así, en pleno siglo XXI sin nociones de higiene. Puedo entender que a las dos de la tarde estén algo sudados, pero que a las nueve de la mañana esa misma gente que coincidimos en el bus huela como huelen, pues no lo entiendo la verdad.

Aparte de odiar, también me encantan muchas cosas.Me encanta el beso de la mañana de mi mujer y mis hijos. Ese primer beso me transmiten sus sueños, su paz por el nuevo día, es el beso más especial, junto con el que le doy a mis hijos cuando ya están dormidos. Me encanta estar con amigos en el bar de la esquina de mi casa, hablando de nuestros trabajos, nuestra vida, desahogarnos, reírnos, divertirnos, escuchando y sobretodo uniéndonos más. Me gusta escuchar, intentar aconsejar, aunque no es fácil, pero el simple hecho de ofrecer mi hombro creo que es un gesto que nadie debería perder ni olvidar, ayuda y mucho, yo lo he necesitado en numerosas ocasiones, y siempre he tenido hombros para apoyarme. Me encanta mi trabajo, con mi estress, las mil y una llamadas en media hora, las prisas y los suspiros, me hace sentir vivo. Me encanta el azul, ese color desde que tengo uso de razón se ha apoderado de mí, y siempre llevo algo azul, se vea o no. Odiaba los tatuajes, pero me encanta el mío, me lo hice por el amor que siento sobre mi mujer e hijos. Me gusta escribir, que fácil es demostrar lo que siento así, y no por palabras.
Me aterra el alzehimer, he visto el sufrimiento de mi abuela, y más que el de ella, el sufrimiento de todos los que la rodeábamos, y ver como poco a poco nos iba olvidando, aunque prefiero creer que en el fondo de su mirada sabía quienes éramos. Por eso, cuando veo la película "El diario de Noa", lloro a moco tendido.

Me gusta la música, aunque odio la que no aporta más que ruidos. De esa música de verdad que tanto me entusiasma destaco un grupo, Mecano, y una voz, Ana Torroja. Han puesto banda sonora en muchos momentos de mi vida, y gracias a esa admiración, conocí a gente maravillosa, incluso un brother madrileño.
Odio los anuncios, cuando empiezan, tengo la necesidad de hacer zapping de manera compulsiva, incluso cuando dicen "volvemos en 20 segundos", que por cierto, lo odio más.
Del cine, todo lo que hace Julia Roberts me parece una maravilla, incluso esa peli rara llamada Closer. Me encantan las pelis del género thriller o intriga, las de miedo (que no de sangre), y también las comedias. Odio las pelis de arte marciales, creo que de pequeño me saturé de todas ellas.
Esto ha sido una terapia para conocerme mejor a mí mismo, para los que me conocen lo hagan mejor, y para los que no me conocen lo empiecen a hacerlo.
Ah, se me olvidaba, me encanta estar vivo para que las cosas me encanten o las odie.

20 de noviembre de 2008


07.03 del día 19 de noviembre. La noche antes, para poder conciliar el sueño, tuve que ayudarme de un par de valerianas. Me desperté antes de que sonara el despertador, y empezó mi cabeza a funcionar, a pensar en todas las opciones posibles. Decidí no pensar, ya que, tenía el día libre en el trabajo, podría disfrutar de unas horas previas antes de saber el resultado. Así que me alegré bastante el poder llevar a mis niños al cole, disfrutar de ese momento que por el trabajo no puedo hacerlo amenudo.
La cita la tenía a las 13.15 horas, así que tuve toda la mañana para seguir nervioso, muy nervioso. Intenté entretenerme con la tele, mi vista apuntaba hacia la pantalla, pero mi pensamiento estaba en otro lado. Mi mujer me daba conversaciones, la oía, pero no me centraba del todo en las numerosas charlas.
12.10 horas, cojo documentación que tenía que llevar, radiografías y volante de cita, nos montamos en el coche y nos dirigimos hacia el hospital, ya que aparcar allí es toda una aventura (y suerte si me apuráis...). 12.31, como era temprano, nos vamos a la cafetería del hospital (los estados de nervios me da por tener más hambre) y pido una coca cola y una tapa (que por cierto, la cafetería del hospital deja mucho que desear, malas caras, poca higiene, ya que me dieron un vaso roto, y el siguiente por el que me lo cambiaron, manchado de zumo de naranja). 12.56 nos vamos a la sala de espera de la consulta de hematología.
13.15 horas, para variar, hay retrasos, cual aeropuerto, así que los nervios se despuntan cada vez más. Me siento, me levanto, paseo, me siento, observo, pero sobretodo, pienso y pienso mucho además.
14.21 horas, oigo que la enfermera me nombra (no había nadie más en la sala, todos estaban atendidos) y entro.
Saludo a la doctora y me siento, y siento como floto en el miedo y la incertidumbre. La doctora empieza a mirar las analíticas, tanto la reciente como las anteriores, y a hacer cuentas en una diminuta calculadora, y mis nervios y miedos cada vez son más agudos; parece que va a decir algo, pero simplemente se limita a mirarme y volver a realizar más cuentas. Se confunde en la cuenta y logra aterrarme, ya que según la primera cuenta, habría subido los índices de mi enfermedad, pero finalmente se trató de un error, así que me da la grata noticia. Todo va muy bien, mi sangre lucha contra la enfermedad sin dejar comerse terreno, aproximando el final de la batalla e imponiéndose ante el enemigo.
14.50, salgo de la consulta, mando un sms a mis contactos y empieza un día de júbilo y satisfacción, lleno de mensajes, llamadas, brindis y muchísima felicidad. Ha sido mi regalo de navidad anticipado, hasta final de febrero no volveré a medirme con mi enfermedad cara a cara. Aunque la lucha es diaria, los días de revisiones es donde se averigua quién va ganando, y por ahora (tocando madera) soy yo.
Gracias a todos por todas las energías tan positivas que me habéis mandado, y perdonad que no haya escrito antes (me han echado la bronca, tenía a gente pendiente del blog para ver el resultado), pero es que ayer no tuve tiempo por la celebración, y hoy por el trabajo.
No tengo sangre azul, pero fuerte es un rato.....

18 de noviembre de 2008

MOMENTO DE REFLEXIÓN


A veinticuatro horas de la recogida de resultados de mis pruebas, llega el momento de reflexión. En todas las revisiones a las que he ido, siempre el día antes han sido de nervios, de incertidumbre, pero sobretodo, en estas horas previas vienen a mí un remolino de imágenes y recuerdos de toda esta encrucijada, los recuerdos me invaden, quizá me vuelvo más nostálgico, ojo, sin pesimismo alguno, porque, curiosamente, el día previo suelo estar más optimista que los anteriores, y más hoy con la cantidad de abrazos cargados de buenas energías que me han mandado en forma de mensaje (mil gracias amigos, yo también estoy con vosotros, lo sabéis).
No es necesario vivir muchos años para haber vivido muchas experiencias, yo soy un afortunado, puedo decir con la boca bien llena que he vivido bastante intenso estos treinta y un años. Por muchos motivos, unos muy buenos, otros no tanto, aunque menos mal que son los menos. Cuando era pequeño quería volar, siempre he querido volar, he soñado que iba volando al cole, jugaba volando, y con el tiempo creo que esa obsesión por volar se traduce en que vivo con ansia la vida, con ganas, con libertad. Siempre he soñado que tenía alas para poder desplazarme, y un día, un tumor de nombre feo quería cortármelas, y lo que ese tumor de nombre feo ha conseguido agrandar más mis alas, vivir más vida, disfrutar más de mi libertad. De pequeño me consideraba inmortal, y cuando digo de pequeño me refiero hasta hace un año, y este tumor de nombre feo me ha enseñado la vulnerabilidad de la vida, la fragilidad tal vez, y a su vez la fortaleza mental del ser humano.
Ahora mismo cuento las horas, los minutos, los segundos que distan hasta la cita con mi médica. Allí si que sudo eh, porque además, la doctora se pone en silencio a leer los informes, me mira y vuelve a leer, y así como diez minutos que se me hacen eternos, si supieseis todo lo que pienso en ese tiempo. Miro a mi mujer, y la veo como intentando leer tras el papel, mi madre cruzando dedos, pies, y rezando en voz baja. Dios, unas ganas de coger a la tipa esa y decirle, habla coño, habla, jeje. Las veces anteriores han sido todas buenas noticias, y en ese momento pienso en todo mi ejército que está conmigo en esta batalla, dando forma al sms que mandaré nada más salir a mis contactos, y deseando hablar con todos y cada uno de ellos, que me mandan tantas energías y cariño, que engordo de ego. Confío, deseo, espero que esta vez sea igual. No quiero fracasar en esta etapa de mi vida, quiero salir victorioso.
En fin, es mi momento de reflexión.

17 de noviembre de 2008

NERVIOS, NERVIOS Y MÁS NERVIOS


Se aproxima el día, pronto conoceré el estado de mi enfermedad, y es inevitable sentirse nervioso, muy nervioso.
Aunque anteriormente conté como he aprendido a saber esperar, para esto aún no me he acostumbrado, incluso pienso las dos opciones posibles que hay, para estar prevenido, pero, ¿se puede preveer los sentimientos ante noticias tan importantes?
Para mí, estos días son un quebradero de cabeza, me digo, sí, sí, seguro que todo va a ir genial; pienso también,¿ y si me sale que no va tan bien como debería? Entonces empiezan en mi cabeza las neuronas a discutir (incluso me las imagino cual dos colaboradoras de programas de debate defendiendo cada una su postura). Confío y deseo que todo vaya bien, me lo merezco, he aprendido la lección que me ha dado el cáncer, me cuido, me mimo, me valoro, y lo más importante, he aprendido a que todos somos vulnerables, así que, necesito tener mi recompensa a toda esta angustia. Quizá suene a egoísta, pero también me he convertido en egoísta, en la dosis justa y necesaria para vivir, no más, no para hacer daño. Antes pensaba menos en mí y más en los demás; ahora primero estoy yo, y después los demás.
El miércoles es mi nuevo jucio salomónico, ahí descubriré en qué punto se encuentra mi victoria. En dos días averiguaré cuanto de fuerte he sido, comprobaré lo magnífico que es mi organismo, que con la ayuda de las radiaciones que me han dado, está luchando hasta la saciedad contra un tumor de nombre feo, muy muy feo.
Quiero no pensar, pero cuanto más quiero no pensar, más pienso. Deseo convencerme de que todo va a ir a las mil maravillas, pero cuanto más deseo eso, más me nublo. Será lo que tenga que ser, eso está claro, y seguiré con mi lucha, iré a por todas, porque esta guerra solo tiene un vencedor, y os garantizo que mide más de seis centímetros.
Ay dios, solo tengo nervios, nervios y más nervios............

6 de noviembre de 2008

VIVIR SIN MIEDO AL MAÑANA


El futuro es una incertidumbre de la que nos empeñamos en adivinar antes de tiempo, nos ahogamos en la incógnita de lo que nos deparará. Intentamos anticiparnos a las sorpresas de un caprichoso destino, un sino del que nos tambaleamos día tras día.
Desde siempre he sido muy impaciente, rozando casi la locura por saber y controlar todo lo que vendría; en reyes, no podía con la incógnita de qué me traerían, y curioseaba por todos lados hasta dar con la tecla; cuando se aproximaba mi cumpleaños, olfateaba por todos los rincones hasta dar con alguna sorpresa escondida, necesitaba tener la sensación de todo controlado, saber que lo que vendría, y aunque ponía mi cara de sorprendido, interiormente suspiraba al haber conocido con anterioridad lo acontecido. Muchas noches enteras me he quedado sin dormir pensando en el mañana, haciendo un guión de mis actos, de mis palabras, de mis gestos, siempre he querido tener el control de todo lo que se cuece a mi alrededor, dejando pasar los momentos mágicos que nos regala ese incierto futuro, perdiéndome el poder de improvisación, viendo mas allá de lo que los ojos ven en la vida.
Esa forma de ser la he pulido, o mejor dicho, la he eliminado de mi ser desde que enfermé. Ahora los días los paso disfrutando, las noche durmiendo (no siempre, para qué engañarnos, pero pienso menos en el futuro). Desde que tengo cáncer he decidido vivir, vivir al máximo, luchar cuando haya que luchar, no anticiparme a un futuro, ni preocuparme por lo que no pueda controlar, ya se irá solucionando conforme vengan los problemas.
Por un tiempo me vi limitado de vida, de tiempo, ya que cuando me dijeron que tenía que enfrentarme a un tumor maligno, pensé que la vida se me acababa, que se me acortaba, que iba llegando a mi fin. Con los días he aprendido que todos tenemos un fin, no sé cuando es el mío, ni quiero saberlo, sólo disfrutar, tal y como el principito decía "sólo el corazón puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos".

4 de noviembre de 2008

EXTRACCIÓN DE SANGRE Y MIL RADIOGRAFÍAS


Hoy he empezado otra vez la rutina de las revisiones. El mismo ritual, extracción de sangre, un sinfín de botes llenos de mi petróleo rojo (en ayunas, y más de una hora esperando para poder sacarme sangre, como para no marearse), y mil o más radiografías de mi cuerpo. Empieza así otra vez el nerviosismo, el insomnio, las dudas, el ansia, las ganas de que llegue el día de resultados para ver el estado y la evolución de mi tumor de nombre feo.
La primera cita que tengo es con la hematóloga. Como el tumor me lo ha originado la sangre, me la tienen que controlar. Los parámetros la última vez estaban muy muy bien, habían bajado un montón, de 0.6 a 0.1, ante el asombro de la hematóloga. Espero que esto siga así, o por lo menos como estaba, que ya es bastante.
El miedo es inevitable, aún faltan quince días para que me den los resultados, y el cerebro, que a veces es como independiente del cuerpo empieza a pensar por su lado, a veces cosas buenas, otras no tanto, y se crea una etapa de incertidumbre. Menos mal que esta etapa solo dura quince días. Como he aprendido a ser paciente, y no solo en el sentido de enfermo, sino también de persona que sabe esperar, intentaré concentrarme para que no venga a mi sentido los pensamientos negativos. Sé que lo que tenga que venir vendrá, y lo que sea será, y para lo que venga ahí estoy yo para echarle valor. Tengo miedo que llegue el día, pero también estoy deseando, sobretodo porque si son buenas noticias, que así lo espero y deseo, empieza mi batallón externo, familiares y amigos, a invadirme a llamadas, mensajes, mails, y a subirme el ego que tanto bien me hace. Lo malo de esto que me estoy convirtiendo en un niño mimado, demasiado mimado, pero es lo que hay.
Pues lo dicho, que empiezan los nervios otra vez, mariposas revoloteando por el estómago, y será lo que tenga que ser, y pasará lo que tenga que pasar, pero sobretodo, vivo y viviré.

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