Concurso de relatos sobre enfermedades crónicas

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4 de julio de 2009

GLOBOS


Hoy, tras unos días recuperándome de todo lo que ha acontecido esta semana, he decidido ir explotar unos globos que me turbaban mi paz e hinchar otros que me faltaban para mi recuperación.

El primer globo que pincho es el del miedo. Al principio ese miedo fue peor, un miedo ante lo desconocido. Me embarqué en un estado desconocido para mí. Tenía mis típicos miedos, los de un joven de 30 años, los de un padre de 3o años, los de un marido de 30 y los de un hijo de 30 años, pero nunca había sufrido miedo por mí mismo. El miércoles 30 de enero me olvidé de temer por los demás, y comencé a temer por mí. Quizá me volví egoísta, no lo sé, pero en treinta años, fue la primera vez que comencé a pensar en primera persona.


El globo que toca ahora de llenar es el de la admiración. Y es que me he encontrado en este viaje con muchos guerreros. Me han dado una brisa de aliento en los momentos más débiles. Me han enseñado, me han mimado, se han preocupado por mí, a cambio de nada. Creedme que os admiro (Belén, Duna, Josefina, Isabel, Isabel, Mede, Lou y toda su familia, Víctor, y muchos anónimos más). Entre todos estamos formando una legión que ríete tú de la Armada Invencible. Vamos a por el maldito enemigo de nombre feo, estoy seguro que entre todos acabaremos con él.

Turno de explotar el globo de la impaciencia. Y es que en esta enfermedad, la impaciencia es es un reto, y ganarle es complicado. He de reconocer que siempre he sido muy muy impaciente, de aspecto tranquilo, pero hiper nervioso o hiper ansioso por dentro. Y cuando empezó todo, quería acabar ya. Descubrí que las cosas no se hacen en dos minutos (si no Dios no tardaría 6 días en crear el mundo), aprendí a ser paciente (y no solo paciente de enfermo). Recuerdo que me hacía un Tac y quería ya el resultado, pero ya. Me angustiaba el desconocer los resultados. Ya no tengo esas prisas, ya por nada siento prisa, tan solo por ser feliz.

Y soplando soplando lleno el globo de la sonrisa. Porque una sonrisa hace mucho bien. Afrontar las cosas con una sonrisa ayuda a digerirlas. Estuve algunos días al principio sin sonreír, pero cuando reaccioné no faltó un sólo día una sonrisa (excepto en mis días grises, pero eran muy muy pocos). Me enseñaron un lema que lo he convertido en mi bandera. La cura empieza por la cabeza. Una actitud hace mucho más de lo que podamos creer (y lo dice la persona más incrédula del planeta).

Y clavo la aguja al globo del que llevo hablando desde hace más de un año, el del enemigo de nombre feo. Cuando me lo diagnosticaron, pensé, pues acabó todo. Y es que relacionamos cáncer con muerte. Y no, no es símbolo de muerte. Sí que es verdad que no es un resfriado, ni una torcedura de tobillo. Es algo serio, pero no equivale a la muerte ni mucho menos. Ha habido guerreros que se han quedado en la batalla, pero cada vez menos, cada vez somos más los que salimos de esto. Es curioso, he pensado muchas veces, como pueden mandar un hombre a la luna (¿?), o algo más sencillo, como con un trozo de plástico podemos hablar con alguien que está a millones de metros de distancia con sólo pulsar unos números, o cómo con Internet nos relacionados con tanta gente de cualquier parte del mundo. Como el hombre ha podido inventar todo lo anterior y no descubrir una pastilla con sabor a gominola para quitar el cáncer de nuestro organismo. Y aunque está todo muy avanzado, a veces los procesos son largos y dolorosos, y cansados, y agotadores, pero victorioso. Desde aquí pido esa pastilla con sabor a gominola, porque hay niños que no entienden que les pasa, por qué limitan sus funciones, o por qué se les cae el pelo. Debemos concienciar a la sociedad que el cáncer no es muerte, así que no queremos lamentaciones, y sí actuaciones. Entre todos podemos salir.

Y seguiré llenando globos, porque aún queda un camino por recorrer, no sé si largo o corto, pero mientras tenga camino estaré aquí, contando mis experiencias para quién las quiera recoger. Estaré aquí, porque la vida no acaba, y, aunque el nombre de este diario es DIARIO DE UN CÁNCER, en realidad se trata de un manual para ser feliz, porque he aprendido a ser feliz desde que tuve cáncer. Y ojalá que la gente aprendiera a ser feliz sin pasar esto, simplemente sonriendo a la vida cada día.

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